Seguro que has oído muchas veces que la palabra crisis quiere decir oportunidad. Y lo cierto es que así es, siempre y cuando sepas aprovechar bien esa situación y sepas vivirla con resiliencia. Lo cierto es que son situaciones que se pueden convertir en un gran trampolín de desarrollo personal si estás preparado.
Lo que suele, es que, ante una situación de crisis, las primeras respuestas puede que no seas esas. Más bien, ante una situación de impacto emocional, nuestras respuestas suelen ser miedo, frustración, bloqueo, etc. Para esos momentos, voy a daros algunos consejos, para que seáis capaces de transitar esas respuestas y llegar a dar un paso más y poder crecer ante la adversidad.
Cuando tenemos una situación nueva, imprevista, que supone un cambio brusco para nosotros, nuestro cerebro primitivo, suele tomar el control de la situación, lo cual se traduce en respuestas de parálisis, huida e incluso agresión.
¿Cómo gestionamos el miedo?
Lo primero que vamos a hacer es tomar
conciencia de esta emoción.
Has de recordar que las emociones nos aportan información valiosa para nuestra supervivencia, no tienen intención de hacernos daño. Has de aceptar la emoción que estás siendo.
Seguidamente
vamos a parar y para ello usaremos la respiración.
No podemos dejar que la emoción tome el control, pues entraríamos a un modo muy reactivo en el que tendríamos respuestas exageradas, desmedidas y puede que poco apropiadas. Vamos a respirar para darnos unos minutos y sobre todo para que nuestra mente siga estando en ese estado de alerta, pero con relativa calma.
Esto es necesario porque tengo que saber escuchar al miedo.
Todos sabemos que el miedo suele indicar amenaza, nos hace sentir inseguridad, preocupación… y además de ello, también me da la energía para poder activarme y ponerme en marcha hacia la dirección de decida mi mente.
En estos momentos es muy importante, que nuestra
mente esté en relativa calma para poder analizar esa información que me proporciona el miedo,
esa preocupación vista desde la calma, será más sencilla de abordar, pues tendremos nuestra mente a nuestra disposición para poder ver las posibles opciones de respuesta. Incluso, si no tenemos opciones de respuesta porque es un tema que desconocemos, podemos saber a dónde dirigirnos para pedir apoyo. Es importante que te preguntes: Si tuviera el miedo controlado, ¿qué haría?,
¿cómo me enfrentaría a esta situación si tuviera al miedo más relajado?
Si mediante la respiración, has podido relajar la mente por unos instantes, seguro que tu mente tiene más facilidad para poder tomar las decisiones más adecuadas ante la situación que tiene delante. Así pues, el miedo, finalmente se habrá pasado a ser un toque de atención que has gestionado adecuadamente.
Pasemos al modo aprendizaje.
Otra respuesta posible ante la adversidad es la de aprendizaje. Normalmente, esta respuesta viene tras pasar la fase de impacto y miedo. En esta fase tenemos una respuesta más adaptativa en al cual vamos buscando cambios en nuestra rutina para llevarnos lo mejor posible con la adversidad.
Puede que estemos algo resignados, pero somos más flexibles y comprendemos que algunos cambios son necesario. Esto pasa porque asumimos nuestra parte de responsabilidad y nos ponemos manos a la obra para aprender de lo sucedido.
Aquí podemos dar un pode de rienda suelta a nuestra creatividad e innovar. Aprovechamos para hacer cosas que antes por falta de tiempo no podíamos hacer. Tenemos una actitud buena y en lugar de enfadarnos con la situación, buscamos esa adaptación para que la situación sea más llevadera. Estoy entretenido y eso siempre es bueno para nuestra mente. Una mente entretenida es una mente tranquila, orientada a una tarea u objetivo. Está muy bien, pero, hay que llevar
cuidado con no llenar el tiempo por llenar, porque podemos caer fácilmente en el aburrimiento. Esas actividades quizá son algo vacías, no conectan con nosotros, no aportan entretenimiento, pero no nos llevan emocionalmente, no nos entusiasman.
Pasamos a la fase de crecimiento.
Para ver que la adversidad es una oportunidad para crecer hay que dar un paso más. En el miedo, estábamos en modo víctima, en el aprendizaje estábamos algo enganchados a la actividad, pero aquí, para crecer, hay que ser agente activo para buscar ese paso más.
Necesitamos transitar las dos fases anteriores y estar dispuestos a trabajar.
Vamos a empezar por situarnos en el aquí y ahora, en
modo presente. Pues así podremos conectar con nosotros, ver más allá de las cosas que tenemos, que hacemos… conectar con nuestra esencia. Es necesario porque vamos a ir buscando la coherencia en nosotros,
coherencia entre nuestra mente, emociones y acciones. Para ello, analizaremos nuestras verdaderas necesidades, creencias, valores y las actualizaremos
conforme a nosotros y a la situación que nos ocupa. Una vez tengamos actualizada la información vamos a aceptarla sin juzgar, sin enredos mentales. Seguidamente, nos enfocaremos en ir descubriendo nuestros propósitos,
esas actuaciones que estén conectadas a nosotros, a nuestras habilidades y además se dirijan y enfoquen a poner lo mejor de nosotros mismos al servicio de los demás. Esto hará que la energía movilizada en el miedo, en la resignación, se transforme en energía positiva para ese cambio que estamos buscando. Ese cambio en el cuál aprendemos a ser mejores con nosotros mismos y con los demás.
Por último, siempre hemos de
agradecer las experiencias que nos brindan aprendizajes
y que estemos dispuestos a vivirlas con esa intensidad para poder ver que, tras cada adversidad, hay una gran oportunidad de crecimiento y desarrollo personal.
Recuerda que todo esto es cuestión de práctica, así pues, ponte a ello y practica el arte de ser y sentirte bien contigo. Si a pesar de tener en cuenta estos recursos, no llegas a conseguir tu objetivo, puedes consultar conmigo, Paloma Uriarte González, para hacer una plan individualizado y adaptado a ti.
Paloma Uriarte González
Psicóloga experta en neuropsicología clínica, diversidad funcional, inteligencia emocional y terapeuta Gestalt.