Según la OMS, la salud es un estado de completo bienestar físico, mental y social, y no solamente la ausencia de afecciones o enfermedades.
En mi concepto de salud, es el siguiente: Físico, mental, emocional, social y espiritual. Si cuidamos todas las partes, si alguna se resiente por algún motivo, el resto apoyará para recuperar ese equilibrio.
Verdadero estado de bienestar integral, en el que cuerpo-mente, funcionan como uno y alcanzan de esta forma todo objetivo propuesto con coherencia y sabiduría.
Para que la coherencia exista ha de darse entre: pienso, siento y hago en la misma línea.
Sabiduría: vivir con aceptación las circunstancias que me vienen aprendiendo de las mismas a crecer y a desarrollarme.
Ej: Pienso que no me gusta mi trabajo, no estoy a gusto en mi trabajo, no me gusta el ambiente que hay. Siento malestar cuando entro a trabajar. Mi conducta es quedarme en el trabajo pero no lo hago puesto que ahora mismo es una locura dejar el trabajo y buscar otro. El motivo no es importante, pero lo que está claro es que esta situación me produce malestar e incomodidad emocional.
Ej: Mis creencias dicen que he que trabajar mucho y ahorrar por lo que pueda pasar. Mis emociones me dicen que necesito un descanso y necesito tomarme unos días libres. Mi conducta, no escucho a mis emociones y hago caso a mi creencia por lo que pueda suceder.
Es importante que conozcamos cómo funciona nuestra mente, nuestras emociones y nuestro cuerpo para que podamos establecer un poco de orden, que puedan hablar en el mismo idioma y las 3 partes se lleven bien entre ellas, pues en ocasiones parecen tener posiciones antagónicas y que cada uno tira para lo suyo.
En nuestra mente, reinan nuestras creencias, nuestros valores, los esquemas mentales que desde niños hemos ido adquiriendo. Si nos paramos a pensar, la mayoría de esta información, la recibimos cuando apenas éramos unos peques y mucha de ella nos la impusieron, pues era complicado que pudiéramos analizar estar ideas, cuestionarlas y preguntarnos si estábamos de acuerdo con las mismas o no. Pero ahora, que ya somos adultos, sí que tenemos las competencias y responsabilidad de someter a juicio nuestras creencias y valores y así poder actualizarlos según seamos. Esto quiere decir que podemos resetear, ampliar información, eliminar lo que no va con nosotros, etc. Sería ideal que actualizáramos nuestra mente al igual que actualizamos nuestras aplicaciones tecnológicas. A priori, resetear nuestra mente parece más complicado, pero con trabajo y actitud se puede realizar.
¿Y nuestras emociones? Nuestras emociones básicas vienen del mundo animal, esto quiere decir que tienen un sentido biológico y adaptativo y nos acompañan desde siempre porque nos ayudan a sobrevivir, sin ellas, estaríamos perdidos. Nuestras emociones básicas son "TEAMAS": tristeza, enfado, alegría, miedo, asco y sorpresa (neutra). Aparentemente, podríamos decir que tenemos emociones positivas y negativas, pero yo discrepo, creo que estas emociones son como una brújula que nos guía y nos da información sobre lo que nos está sucediendo. Por tanto, nos ofrecen información básica para nuestro día. Si nos fijamos en un niño pequeño, reconoceremos estas emociones con mucha facilidad, pues los niños son emoción en estado puro, luego, a medida que van creciendo, estas emociones se van mezclando entre ellas y con nuestras creencias y ya dan paso a nuestros sentimientos. Recordemos que las emociones son universales, todos reaccionamos de la misma forma ante las mismas, pero los sentimientos, al estar procesados por la mente y la cultura en la que vivimos, ya tienen más matices. El principal problema que yo creo que tenemos cuando hablamos de nuestras emociones es que precisamente no nos han enseñado a escucharlas y a atenderlas, más bien, nos han llevado a pensar que hemos de reprimirlas, que mostrar las emociones tal cual, a veces no está bien visto o no es adecuado socialmente. Con esto lo que hacemos es que empezamos a desconectarnos de las mismas y ufff, eso es un verdadero problema, pues la información que nos brindan es auténtica y nos está avisando de lo que nos sucede y hemos de gestionar.
Cuando mente y emoción están de acuerdo, es fácil que actuemos en esa misma dirección, pero en ocasiones, lo que sucede es que discrepan y cuando vienen los conflictos. No sabemos qué hacer, nos sentimos presionados por nuestras creencias, nuestra emoción, si es muy intensa puede que nos lleve directamente a reaccionar ante lo sucedido, en fin… un poco de caos que nos genera malestar. Porque, ¿quién lleva razón?, a quien le dejamos tomar el mando? Una cuestión aparentemente complicada. Es bueno que sepamos escuchar a ambas partes, pero teniendo en cuenta que mucha de la información de nuestra mente puede que no esté actualizada y algo manipulada por nuestros procesos de aprendizaje, pero en cambio, nuestras emociones básicas, son auténticas y en ese sentido, más sinceras, están conectadas a mis verdaderas necedades, y esto es un punto muy a su favor, no puedo manipularlas tan fácilmente como a mi mente.
Poner coherencia significa esto, partiendo de una mente actualizada, estar dispuestos a escuchar lo que nos transmite la emoción, para poder actuar en consecuencia. EJEMPLOS
Ej trabajo. Una posible opción sería tomar la decisión de dejar ese empleo buscando otro acorde a mis necesidades. Otra opción, es que si realmente, pienso que es una locura dejar el trabajo por el momento que vivimos, la dificultad de encontrar otro, pues tengo la opción de cambiar mi actitud aceptando el trabajo tal y como es, sin quejarme, sin enfrentarme a ello, porque día tras día así, finalmente me desgasto y energéticamente estaré bajo mínimos.
Ej Las creencias sobre el trabajo. Mi emoción me está diciendo que necesito un descanso, mi cuerpo lo necesita y sería bueno actualizar mis creencias teniendo en cuenta que hay que trabajar y ahorrar, pero al mismo tiempo es necesario poder tener descansos, si no por mucho que ahorremos y demás, acabaremos con tanto malestar que de poco nos servirá engordar nuestra cuenta bancaria.
Mi consejo, dedica un tiempo a escucharte. Importante que seas capaz de identificar tus emociones y saber de qué te están avisando. Y al mismo tiempo, es vital que sepamos qué creencias y valores imperan en nuestra mente. Permítete explorarlos, conocerlos de cerca, ver de dónde vienen y desde el momento presente, actualízalos en función de tus necesidades y siempre poniéndoles tu toque personal. No pasa nada si reseteamos nuestra mente y la ponemos a trabajar a nuestro servicio, buscando nuestro propio estilo. Si has de desechar alguna creencia que se ha quedado obsoleta, ten el valor de hacerlo, no estás ofendiendo a nadie, no estás faltando al honor de tu familia, simplemente has decidido crear tus propios esquemas mentales, implantar tu propio sistema de creencias actualizado. Tienes todo el derecho a ello.
Ponte manos a la obra, para buscar esa armonía entre mente y emoción, para funcionar de forma coherente, sentirte satisfecho y mejorar tu bienestar.
Recuerda que todo esto es cuestión de práctica, así pues, ponte a ello y practica el arte de ser y sentirte bien contigo.
Paloma Uriarte González.
Psicóloga experta en neuropsicología clínica, diversidad funcional, inteligencia emocional y terapeuta Gestalt.